El madrileño puente de san Fernando
Existe en Madrid un puente que atraviesa el río Manzanares y fue construido en 1749 -por mandato del rey- apoyándose en una pequeña isla que existía en el centro del río, de tal manera que del machón central surgen dos arcos hacia el oeste y otros cuatro hacia el este.
El puente, proyectado por el arquitecto castellonense Jaime Bort y Meliá, se adorna con dos estatuas realizadas por el hermano del arquitecto, el escultor Vicente Bort, correspondientes a san Fernando y a santa Bárbara, en recuerdo de los santos patronos de los reyes que ordenaron la construcción del puente, Fernando VI y Bárbara de Braganza.
Las estatuas que lo adornan parece que han sufrido el deterioro del tiempo, de la exposición a la intemperie y de tanto vaivén del tráfico rodado, si bien la afirmación de que “La piedra entregada a Bort para la realización del San Fernando madrileño, al igual que para Santa Bárbara, era de pésima calidad, y no ofrecía posibilidad de demasiadas florituras[1]”, justifica en parte el menoscabo de tales figuras. Tampoco se debe olvidar que el puente fue parte de la encarnizada lucha que se libró en esta zona madrileña durante la Guerra Civil, resultado tomado y perdido en varias oportunidades por ambos bandos de la contienda.
Recuerdo haberlo atravesado muchas veces en automóvil, ya que hasta la última década del pasado siglo ejercía de enlace entre la autopista M-30 -vía de circunvalación de la Villa y Corte- y la carretera de La Coruña, soportando un intenso tráfico. Actualmente ya sólo es posible atravesarlo en automóvil en alguno de los pocos vehículos autorizados a circular por dentro del Parque Sindical.
El 6 de marzo pasado, tan sólo unos pocos días antes de que el Coronavirus nos confinase prácticamente a todos los habitantes del mundo en nuestras casas, lo crucé nuevamente, fotografié sus arcos y -con especial cariño- la imagen del santo rey que denomina al puente y con el que me une una especial circunstancia.
Parece ser que unas fuertes riadas producidas a mediados del s. XIX cambiaron el cauce del río haciendo desaparecer la isla sobre la que se afianzaba su parte central, pasando el agua en la actualidad sólo por su lado oeste. Por su otro lado pasa la vía principal que atraviesa el actual Parque Deportivo Puerta de Hierro, un complejo de deportes que es hoy día sede de varias federaciones deportivas que tienen aquí sus centros de tecnificación y alto rendimiento, pero que fue inaugurado en la década del ’50 por la organización Educación y Descanso, creada bajo el gobierno franquista siguiendo el modelo de la Opera Nazionale Dopolaboro - existente bajo el gobierno de Mussolini- y con convenios de cooperación con la organización nazi Kraft durch Feude.
Este complejo deportivo, aún conocido con su antiguo nombre de Parque Sindical, fue creado principalmente para el disfrute y esparcimiento de la clase obrera madrileña, y su mayor atractivo acaso fuera la enorme piscina que aún está en funcionamiento y que atraía a ingentes cantidades de familias deseosas de apaciguar en sus aguas los calores del tórrido verano de Madrid. Su piscina, con 7258 m2 de lámina de agua y 130 m. de largo, era la mayor de Europa en el momento de su construcción. Debido a esto, el Parque Sindical era común y alegremente denominado como “el charco del obrero”, siendo sorprendente ver las fotografías de los años ’60 con miles de personas disfrutando de sus aguas, que producen cierta sensación de claustrofobia.
San Fernando no fue un rey más en la historia. El santo rey -hijo de Alfonso IX de León y de la reina Berenguela de Castilla- fue proclamado en 1217 rey de Castilla y de Toledo, heredando de su padre en 1230 los reinos de León y de Galicia. Reconquistó las ciudades de Córdoba y Sevilla y muchos otros lugares de Andalucía, y fue enterrado en la catedral hispalense con fama de santidad, generando devoción entre los fieles sevillanos. Clemente X lo canonizó en 1671.
Entre su santidad y sus históricos hechos de armas pasa desapercibida su importantísima contribución a la heráldica, realizada a partir de 1230 -en que reúne bajo su cabeza los reinos de Castilla y de León- en que abandona el león de su linaje que había utilizado hasta entonces y adopta unas nuevas armas “no ya familiares, sino de los reinos poseídos y, consecuentemente, otra vez exclusivas del rey, que deberán ser diferenciadas inexorablemente por los segundogénitos. De esta manera, paradójicamente, San Fernando trajo las armas de León cuando era sólo rey de Castilla, y puso en primer lugar las armas de Castilla cuando fue también rey de León[2].” Se instaura así el cuartelado, invención heráldica de origen castellano que se extendió rápidamente por Europa, y la representación del cuartelado castellano-leonés como armas territoriales, o de posesión, y no ya como armas de linaje o familiares.
El mayor de sus hijos, Alfonso X el sabio, que reinó de 1252 hasta su muerte en1284, ya “Siendo infante heredero llevaba las armas reales plenas[3]”, no así su hermano el infante don Manuel (1236-1283), para quien san Fernando pidió al arzobispo de Sevilla que eligiese su escudo, siendo éste el origen de la famosa mano alada y armada, cuartelada con León.
Su hijo don Juan Manuel, importantísimo magnate castellano y autor de El conde Lucanor, usó estas mismas armas y así las transmitió a sus hijos, entre los cuales -aunque ilegítimo, habido en doña Inés de Castañeda- estuvo don Enrique Manuel de Villena, conde de Cea y Sintra en Portugal, señor de Montealegre en Castilla[4], quien también utilizó el blasón cuartelado de su padre y abuelo.
Casó el conde de Cea y Sintra con doña Brites de Sousa e Portugal -hija del ricohombre portugués don Pedro Affonso de Sousa, nieto del rey Alfonso III de Portugal- siendo bisabuelos de Vasco Fernandes Coutinho, guerrero que estuvo en la conquista de la India y que “morreu em vida de seu Pay sobre sete Igresas quando a guerra de Castela como bon cavaleiro[5]”. Este último también utilizó el cuartelado heráldico que había introducido su ancestro san Fernando, como puede verse en el sepulcro en el que yace junto a su mujer, doña María da Lima -hija del Ier vizconde de Vilanova da Cerveira- quien también cuartela las armas de Lima y de Cunha en el blasón de su sepultura.
El nieto de los yacentes en la tumba de blasones cuartelados fue don Vasco Fernandes Coutinho, fidalgo da Casa Real que estuvo -con don Alfonso de Albuquerque- en la conquista de África y de la India, descubriendo el archipiélago de Tristán da Cunha, conquistando Mascate y la isla de Ormuz -en la península arábiga-, y Goa y Ceilán -en la India-, para llegar hasta la China, donde establecieron una factoría en Cantón. En 1534, el rey lo nombró capitán donatario del Espíritu Santo, en el Brasil, donde al año siguiente fundó la vila do Espírito Santo; hoy conocida como Vila Velha acoge a más de 400.000 habitantes.
Atendiendo a los viajes y conquistas del donatario por cuatro continentes, las palabras que sobre él menciona Lima Pereira resultan bastante lapidarias cuando dice que “foi fidalgo da Casa Real que batalhara en Africa e na India, sem ter demonstrado qualidades de administrador e apenas as de valentia[6].” Parece que fue una de las primeras personas en disfrutar de los suaves aromas del tabaco brasilero, ya que su enemigo Duarte de Lemos lo acusa en carta de 1550 de “que nem mesmo pode resistir as delicias do uso do fumo do tabaco, empregado já pelos indios brasis”, algo que el correr de los años ha convertido en un cargo que puede ser tomado por sus descendientes con suma benevolencia y hasta con cierto orgullo.
Al pasar al Brasil no lo hizo con su legítima mujer, que quedó en Portugal, sino con su concubina Ana Vaz de Almada con la que tuvo cuatro hijos, nacidos en Portugal los tres mayores y en el Brasil la más pequeña. El mayor de ellos heredó la capitanía paterna y fue padre de don Juan de Melo Coutinho -quien llegó a Buenos Aires al tiempo de la fundación de Buenos Aires o no mucho después y fue allí vecino feudatario, alcalde, alférez real, regidor y uno de los hombres más acaudalados de aquel entonces[7]- destacado personaje que aseguró, por esta rama, la descendencia del santo rey castellano en el Río de la Plata.
Alfonso X el sabio -recordado por las Siete Partidas, de vital trascendencia en el campo legislativo y del derecho, y por las Cantigas de Santa María, en el literario- tuvo, fruto de los amores que mantuvo con su tía, doña María Alfonso de León -hija ilegítima del rey don Alfonso IX y de doña Teresa Gil de Soverosa-, una hija llamada doña Berenguela, casada en 1258 con Pedro Núñez de Guzmán[8]. Éstos fueron bisabuelos de don Gonzalo Pérez Martel, veinticuatro de Sevilla y alcaide del castillo de Triana, fundador del mayorazgo de Almonaster y casado con doña Leonor Ruiz de Peraza[9].
Fue su bisnieto, Fernando Arias de Saavedra, mariscal de Castilla, maestresala de los Reyes católicos, veinticuatro de Sevilla y comendador de Almendralejo en la Orden de Santiago, quien perseguido por el conde de Arcos y el duque de Medina Sidonia “juntando entre ambos varios miles de hombres. Fernán Arias hubo de huir por los tejados, escapando de la muerte que el conde había decretado[10].” Casó con doña Juana Marmolejo, señora de Alcalá de Juana Dorta, dotada por su padre con 25.000 florines. Ambos murieron en la localidad señoreada por su mujer, en la noche del 15 de febrero de 1481[11], cuando la torre que habitaban se vino abajo.
Martín Suárez de Toledo fue nieto de los fallecidos en el derrumbe de la torre de Alcalá de Juana Dorta y conquistador del Paraguay, donde había llegado en 1542 como uno de los caballeros de la escolta del adelantado don Alvar Núñez Cabeza de Vaca, contrayendo matrimonio en el Paraguay con doña María de Sanabria, hija del adelantado del Río de la Plata don Juan de Sanabria, que nunca llegaría a pisar América puesto que moriría poco antes de zarpar su armada, siendo ésta dirigida por su viuda, doña Mencía de Calderón. Su hija, doña Inés Suárez de Toledo -hermana del gobernador Hernandarias- contrajo matrimonio con Alonso de Escobar, vecino fundador de Buenos Aires y su primer regidor, asegurando así por esta otra rama, numerosa descendencia porteña a su ancestro Fernando III el santo.
Antes de que el Coronavirus obligara a las naciones del mundo a confinarse en sus casas para salvaguardar nuestras vidas, visitaba el Parque Sindical y cruzaba el Puente de san Fernando varias veces por semana; me gustaba pensar que, mientras mi hija entrenaba allí con su arco olímpico, lo hacía bajo la protección de su santo ancestro, el rey castellano que da nombre al puente que atraviesa el Manzanares.
[1] TAKRAGA, María Luisa. “Los hermanos Jaime y Vicente Bort en la Corte: el Puente Verde y el de Trofa.” Imafkonte nº 2, 1986.
[2] MENÉNDEZ PIDAL DE NAVASCUÉS, Faustino. “Heráldica medieval española: La casa real de León y Castilla”. Madrid, 1982.
[3] Op. Cit.
[4] SALAZAR Y CASTRO, Luis de. “Historia genealógica de la Casa de Lara”. Madrid, 1697.
[5] LIMA GONZÁLEZ BONORINO, Jorge F. y LUX-WURM, Hernán Carlos. “Los Melo Coutiño de Buenos Aires”. Boletín del Centro de Estudios Genealógicos de Buenos Ares nº 3. Buenos Aires, 1988.
[6] Op. Cit.
[7] VILELLA Y SÁNCHEZ VIAMONTE, Mariano. “Viajes por el recuerdo”. Madrid, 2018.
[8] SANCHEZ SAUS, Rafael. - "Linajes sevillanos medievales", Ed. Guadalquivir, Sevilla, 1991.
[9] Op. Cit.
[10] Op. Cit.
[11] Op. Cit.