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Los nuevos genealogistas en la era de internet

“Si yo fuera un anticuario sólo me gustaría ver las cosas viejas.  Pero soy un historiador y por eso amo la vida.”
Henri Pirenne.

  

En los últimos años la inquietud por conocer quiénes fueron nuestros ancestros parece suscitar un especial interés. Tanto que la mayoría de las personas de nuestra sociedad actual no recuerdan que antiguamente haya existido semejante entusiasmo por esta disposición que tenemos hoy en día a conocer quiénes fueron y cómo vivieron aquellas personas de las cuales descendemos.

Parecería indudable que las nuevas tecnologías y el rápido y fácil acceso a la información han posibilitado este fuerte crecimiento del interés por el estudio de nuestras más remotas ramas familiares. La expansión de la conexión a internet en todo el mundo -a partir del año 2000 aproximadamente- ha propiciado el contacto rápido, casi inmediato, entre las personas con estas inquietudes y, progresivamente desde esa fecha, el acceso fácil a innumerable cantidad de información, permitiendo acceder a ella cómodamente desde el propio salón de nuestra casa.

Esta inclinación general de la población por el conocimiento de nuestros remotos abuelos -tal vez menos desarrollados en los países de lengua castellana que en otras naciones- propició la aparición en internet de varias compañías comerciales dispuestas a buscar su nicho de mercado en un sector en crecimiento, facilitando a estos nuevos genealogistas unas herramientas con las que comenzar una investigación de sus orígenes familiares. Internet, en su propio concepto de no respetar fronteras, ha jugado un papel principal para esta expansión del interés por la genealogía también en los países hispanoparlantes.

Actualmente, las herramientas proporcionadas por estas compañías genealógicas comerciales suponen uno de los primeros destinos para las personas que comienzan a interesarse por esta actividad; y las páginas web de estas compañías comerciales suponen muchas veces el destino casi exclusivo de la investigación familiar de muchos de los nuevos genealogistas.

Nos encontramos hoy en una etapa de pleno auge de las empresas de genealogía o “historia familiar”, para utilizar una terminología que cada vez tiene más difusión. Tal vez el punto de partida de este auge comercial estuviera marcado por la salida a bolsa, en noviembre de 2009, de la compañía Ancestry.com. Hay pocos ejemplos más ilustrativos que éste para vislumbrar el auge del negocio genealógico.

Poco después de su oferta de acciones a los inversores e inicio de su cotización en el mercado de valores Nasdaq norteamericano, la compañía inició una tremenda y rápida expansión de su negocio que propició que fuera excluida de la bolsa tan sólo tres años después, adquirida por un grupo de fondos de inversión que desembolsaron 1600 millones de dólares en su compra, adquiriendo la totalidad de las acciones de la compañía con una rentabilidad para los accionistas de la empresa de un 137% en sólo 36 meses. Actualmente Ancestry.com continúa con su crecimiento, ampliando su oferta de productos y mediante la adquisición de otros sitios web genealógicos; trabajan en la compañía más de 1400 empleados en sus 7 oficinas a lo largo del mundo. Otras compañías han tenido una trayectoria similar, tal es el caso de la israelí MyHeritage, de Geneanet o la más modesta compañía francesa -cuyas acciones también cotizan en el mercado de valores- Genealogie.com.

Sin embargo, gran parte de este crecimiento exponencial en la cantidad de usuarios de estas páginas web comerciales no deja de ser, en algunos casos, curioso. Muchos de los contenidos a los que podemos acceder desde nuestra cuenta premium de pago, son simplemente aportados por otros usuarios, sin que esto signifique que esos datos sean verídicos o al menos presenten una imagen de veracidad.

La inicial utilidad real de proporcionar acceso a miles de imágenes de registros almacenados en los archivos de varios países, ha dado paso a la posiblemente más rentable -puesto que probablemente atraiga a más usuarios- que permite poder crear y almacenar los datos de nuestro árbol genealógico online, valiéndonos para ello de las coincidencias que el sistema informático encuentra con los datos aportados por otros usuarios e importando a nuestro árbol los registros coincidentes -y toda su ascendencia y descendencia- con una simple pulsación del ratón de nuestro ordenador[1]. Encontramos, de esta manera, a numerosísimas personas que en los foros de genealogía de las redes sociales de internet afirman -siempre gracias a su personal “investigación” genealógica, como suelen declarar los interesados- haber desarrollado árboles genealógicos que contienen datos de 40000, 50000 y hasta más de 100000 personas diferentes, sin realmente tener sus autores demasiados conocimientos acerca de la ciencia genealógica -por no decir ninguno- ni haber seguido nunca un método de investigación histórica; una mención aparte constituirían, por pintorescas,  las muchísimas personas que afirman entroncar -generación por generación- con el padre Abraham, con Noe y con los mismos Adán y Eva, pasando alegremente por alto todos los estudios arqueológicos y antropológicos conocidos.

Podemos afirmar, sin equivocarnos demasiado, que en el año 2017 la genealogía no sólo es una actividad que interesa a muchísimas personas de todas las nacionalidades, sino que también es un gran negocio. Si bien es cierto que desarrollar una actividad económica y hacerla rentable es algo perfectamente lícito, parecería también que el auge de estos grandes portales de genealogía en internet han contribuido en gran medida a atraer a muchas personas hacia la práctica de la genealogía como un interesante pasatiempo, pero no han conseguido -o tal vez no les ha interesado- que esta difusión del interés por los ancestros se haya convertido también en una difusión a igual escala de conocimientos acerca de la genealogía, la historia y todas las demás ciencias afines a ellas.

Estos nuevos genealogistas -en la mayoría de los casos aglutinados en diversos foros de esta temática en las redes sociales- presentan, en general, unas características muy similares.

Si en esas mismas redes sociales les preguntamos, de forma velada, por sus conocimientos y hábitos genealógicos, encontramos que la mayoría de las personas no presentan unas nociones básicas sólidas acerca de la ciencia genealógica. La mayoría de ellos realiza sus investigaciones accediendo únicamente a los datos que puede encontrar en internet -con total ignorancia y despreocupación sobre si esas familias o linajes han sido ya tratados anteriormente por otros genealogistas, incluso de renombre-; no escriben ni realizan ningún trabajo histórico-genealógico con los datos que atesoran; no leen trabajos genealógicos ni suelen adquirir libros y revistas de contenido histórico o genealógico, o simplemente consultarlos en las bibliotecas públicas. Podríamos pensar que la mayoría son sólo coleccionistas de nombres cuyo ámbito no excede de ser una “burbuja” o círculo cerrado en internet; o que, al menos, siguen a rajatabla aquella máxima tan repetida en los ambientes informáticos, pero tan poco cierta en la realidad: “lo que no está en internet, no existe.”

La mayoría de ellos define a la Genealogía como una actividad que les produce satisfacción, manifiestan que les embarga la emoción al conocer quiénes fueron sus ancestros, pero casi ninguno afirma que es una ciencia histórica. Interrogados sobre qué es un genealogista, casi ninguno se considera así mismo “genealogista”, reservando el término para quien vive de esta actividad, desarrollándola profesionalmente.

De todas formas estos “nuevos genealogistas" presentan también una serie de interesantes virtudes -aunque algunas no dejan de ser algo paradójicas o sorprendentes- como por ejemplo que -debido al acceso fácil que puede encontrarse a las imágenes de muchos libros parroquiales- un número bastante elevado de personas presenta una práctica paleográfica bastante interesante. Son cada vez más los que empiezan a visitar los archivos, especialmente los eclesiásticos, y todos, sin excepción parecen tener el ánimo suficiente para incrementar sus conocimientos genealógicos, aunque una gran mayoría lo siga supeditando a su particular “burbuja” de internet.

A todos ellos van dedicadas las notas y comentarios que iremos incluyendo en este espacio. No pretenden ser un compendio de conocimientos únicos e inapelables, sino simplemente una breve y básica introducción a los estudios genealógicos que ayude a los lectores a comprender, conocer y poder practicar la genealogía de una manera más satisfactoria.

 

 

NOTAS:

[1] De más está decir que toda esta gran masa de datos adquiridos sin comprobación alguna y sin ningún tipo de rigor presentan no pocos errores de bulto, repetidos hasta la saciedad por nuevas importaciones de esos mismos datos a nuevos “árboles” de nuevos usuarios; la repetición de datos incorrectos, dudosos, falsos y fantásticos presenta así un crecimiento tan exponencial como la cuenta de resultados de las compañías que facilitan estas prácticas. Incluso datos de personas vivas -protegidas por tanto por las leyes de protección de datos de los diferentes países- son introducidos al libre albedrío de quien quiere hacerlo sin importar la veracidad de los mismos. En más de una oportunidad nos hemos encontrado, físicamente en la vida real, con personas que figuran como fallecidas en MyHeritage, aunque el hecho se repetirá en casi todas las plataformas de este tipo.

 

 

 

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